La verdad. Últimamente se usa mucho para atacar a la gente. Unos políticos la usan como si fuera única y absoluta (y suya), otros políticos como un método para infundir miedo y terror (vaya, me pregunto si ésto no los convierte también en terroristas), los famosillos y periodistas para justificar insultos y descalificaciones, alguna gente para gritar horas y horas y otra para simplemente repartir puñetazos...
Lo más curioso es que si aceptamos que todos y cada uno de nosotros estamos totalmente condicionados por nuestras experiencias, nuestra educación y nuestros conocimientos (es decir, no somos más que la suma de lo que otras personas nos han enseñado), el concepto de la verdad pasa a ser de una subjetividad que asusta.
Desde el rico que lo ha sido desde niño (que sabe que la verdad es que es muy superior al resto de personas normales) hasta el pobre que lo ha sido toda la vida (que sabe que la verdad es que los ricos son unos cabrones a los que nada les costaría ayudarle), pasando por el supersoldado americano (que sabe de sobra que la verdad es que América es la soberana y guardiana de todo el planeta Tierra) y el malvado terrorista suicida islámico (que sabe que la verdad es que a cuantos más perros infieles se lleve al infierno más vírgenes tendrá en el paraíso para su disfrute), todos están en posesión de la verdad. Cualquier intento de empatía con alguien que no vea su verdad como la verdadera, valga la redundancia, acabará en un intercambio de gritos, ostias o incluso heridas en lugar de tratar de comprender la verdad del otro...
No se si la culpa será de la educación, del diablo o de la propia condición humana, pero que no se pueda discutir civilizadamente con alguien por la ineptitud del ser humano para ponerse en el lugar del otro mientras se le da un valor exagerado a la verdad de cada uno (que, recordemos, no deja de ser una mentira contada por otro) resulta preocupante.
Nuestra Tierra (entendida como planeta, no como un arrebato independista, ¿eh?) no es tan grande como parece y es inevitable que estamos condenados a entendernos o a matarnos. Lástima que nuestros dirigentes parecen haber decidido la segunda opción antes que la primera. O puede que ésto parezca la verdad para mi, pero no sea la verdad de verdad...
Lo más curioso es que si aceptamos que todos y cada uno de nosotros estamos totalmente condicionados por nuestras experiencias, nuestra educación y nuestros conocimientos (es decir, no somos más que la suma de lo que otras personas nos han enseñado), el concepto de la verdad pasa a ser de una subjetividad que asusta.
Desde el rico que lo ha sido desde niño (que sabe que la verdad es que es muy superior al resto de personas normales) hasta el pobre que lo ha sido toda la vida (que sabe que la verdad es que los ricos son unos cabrones a los que nada les costaría ayudarle), pasando por el supersoldado americano (que sabe de sobra que la verdad es que América es la soberana y guardiana de todo el planeta Tierra) y el malvado terrorista suicida islámico (que sabe que la verdad es que a cuantos más perros infieles se lleve al infierno más vírgenes tendrá en el paraíso para su disfrute), todos están en posesión de la verdad. Cualquier intento de empatía con alguien que no vea su verdad como la verdadera, valga la redundancia, acabará en un intercambio de gritos, ostias o incluso heridas en lugar de tratar de comprender la verdad del otro...
No se si la culpa será de la educación, del diablo o de la propia condición humana, pero que no se pueda discutir civilizadamente con alguien por la ineptitud del ser humano para ponerse en el lugar del otro mientras se le da un valor exagerado a la verdad de cada uno (que, recordemos, no deja de ser una mentira contada por otro) resulta preocupante.
Nuestra Tierra (entendida como planeta, no como un arrebato independista, ¿eh?) no es tan grande como parece y es inevitable que estamos condenados a entendernos o a matarnos. Lástima que nuestros dirigentes parecen haber decidido la segunda opción antes que la primera. O puede que ésto parezca la verdad para mi, pero no sea la verdad de verdad...