martes, julio 20, 2010

Debate de besugos

La réplica del líder no electo del Partido Popular comenzó de manera espectacular y acertada: empezó citando lo que dijo el año pasado en el debate sobre el estado de la nación anterior el aún presidente de nuestro gran país y, a la vez, del Partido Socialista Obrero Español. Así, entre gritos de ánimo y aplausos, el infatigable sucesor de José María Aznar mencionaba todas las cosas que negó nuestro presidente que haría, el año pasado, y que ahora había hecho o empezaba a hacer: reducción de salarios, aumento de impuestos, tocar las pensiones, etc. Acompañado por varias recriminaciones irónicas y llevado al cielo por los aplausos de sus compañeros, el portavoz del Partido Popular culpaba una y otra vez al líder de los socialistas y a su falta de credibilidad, responsabilizándolo básicamente de la crisis mundial que parece reinar en el mundo. Por último, instó al presidente de nuestra amada España a dimitir, consiguiendo que los aplausos y gritos de sus camaradas fuera más alto que antes.

Cuando se restableció el orden, el presidente de nuestro país campeón del mundo de balompié (fútbol para las nuevas generaciones) se levantó para replicar a la réplica. Respondiendo a la ironía con más ironía, consiguió justificar las medidas extremas que ha tenido que tomar mediante la situación extrema en la que se encuentra no nuestra España sino todo el mundo "civilizado", con un terrorífico "haré lo que tenga que hacer, me cueste lo que me cueste, porque entre mi partido y España, opto por España" para acabar con las motivaciones de sus medidas. Con más chanzas del tipo "ésto es gobernar, señor Rajoy, cosa que usted no ha hecho nunca" y menos vodevil, acabó lanzando una interesante observación a la oposición: mencionó que, si querían que dejara de ser presidente, en vez de pedir la dimisión lo que debían hacer era presentar una moción de censura junto con el resto de partidos, y dar a conocer a la población su programa y sus medidas.

De nuevo salió la cabeza visible del Partido Popular al ataque pero, ignorando el discurso del aún presidente de España, repitió lo que había dicho en su primera intervención. Como respuesta, el imprevisible líder del Partido Socialista repitió su discurso anterior, ignorando también a su opositor. Y así siguió un buen rato el asunto hasta que, para rematar, el caudillo de los independentistas catalanes saltó a la palestra con unas declaraciones osadas a la par que sorprendentes: "Por nuestra parte, señor Zapatero, también se merecería una moción de censura... Pero no vamos a apoyar al Partido Popular ni siquiera en eso...". Ante una muestra tan impresionante de deficiencia mental, di por finalizada mi apasionada atención al debate del estado de la nación.

Lo peor, sin embargo, vino después. Dependiendo del medio afín donde buscaras información, el indiscutible vencedor de la contienda había sido o nuestro infatigable presidente o nuestro indestructible líder de la oposición. Si la gloriosa intervención del líder de los extremistas catalanes ya me pareció de un retraso mental alarmante, el intento de unos y de otros por buscar un vencedor en lo que había sido un monólogo unidireccional por cada partido me parecía ya de una deficiencia digna de los peores casos de endogamia. Si hay algún vencedor en un "debate" en el que cada uno se encierra en sus historias sin molestarse en intentar un acercamiento hacia el otro lado o simplemente buscar puntos comunes, ese vencedor debe de ser el que se ahorró el escuchar los desvaríos y tonterías de nuestros representantes. Ofrecer un espectáculo de comedia barata y lamentable cuando la mayoría de ciudadanos sufre debería ser lo penado por la ley (puede que con la reinstauración de la "famosa" pena capital), porque la falta de respeto que nos muestran nuestros representantes políticos desde hace tiempo se está haciendo tan ridícula como peligrosa.

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